MARTINEZ GOMEZ CRISTOBAL
Culturalmente hemos aprendido a pensar en la propia conciencia como una actividad intelectual y no como una respuesta del corazón o instintiva. Hemos aprendido a no confiar en nuestras emociones. Nos han dicho que nuestras emociones distorsionan la información supuestamente exacta que nuestro intelecto suministra. Incluso, la palabra emocional es sinónimo de débil, sin control y hasta de infantil.
Las emociones importan. El sentimiento es el recurso más poderoso que poseemos. Son salvavidas para el conocimiento personal y para la autoconservación, que nos conectan profundamente con nosotros mismos y con los demás, con la naturaleza y con el cosmos. Si no somos conscientes de nuestras emociones, si no somos capaces de reconocer y valorar nuestros sentimientos, y actuar en sincero acuerdo con éstos, no podremos llevarnos bien con los demás, nos será difícil tomar decisiones y nos encontraremos perdidos, desconectados de nuestro sentido del yo.
Inteligencia Emocional es la capacidad de reconocer los sentimientos propios y los de los otros, nos ayuda a motivarnos y a entablar adecuadamente las relaciones interpersonales más efectivas. Este conocimiento y el saber hacer nos permiten recuperar nuestra vida y nuestra salud, preservar nuestra familia, sostener relaciones amorosas duraderas y tener éxito en nuestro trabajo.