Para vivir con plenitud debemos poner el ego al servicio del corazón y del alma, escuchar nuestro interior: éste es el camino de la
evolución. La luz de la conciencia nos enseña a recorrerlo, a llegar hasta nuestro corazón y nuestra alma, a liberarnos de las ataduras de
las creencias inconscientes para que nos reconozcamos como únicos creadores de nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Y es
que, si fluimos sinceramente con nuestro sentir, siempre conectados con el aquí y el ahora, podemos confiar en que lo que nos depara el
Universo, por sincronía, llegará a nuestra vida en el momento preciso. Cuanto nos sucede nos ayuda a avanzar, en el Universo no existe la
casualidad: todo es causalidad. Nuestra vida exterior es un reflejo de nuestro interior, y sólo si interactuamos con aquella, pasándola por el
filtro del corazón, seremos capaces de aprender y alcanzar el equilibrio de cuerpo, alma y mente.
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