RENAN, ERNEST
Este volumen termina la serie de los ensayos que he consagrado a la historia de los orígenes del Cristianismo. Contiene la exposición del desenvolvimiento de la Iglesia cristiana durante el reinado de Marco Aurelio y el cuadro paralelo de los esfuerzos de la filosofía para mejorar la sociedad civil. El siglo 11 de nuestra era a tenido la doble gloria de afianzar definitivamente el cristianismo, es decir, el gran principio que ha obrado la reforma de las costumbres por la fe en lo sobrenatural, y de ver desarrollarse la más bella tentativa de la escuela laica de virtud que el mundo ha conocido hasta aquí, gracias a la predicación estoica y sin ningún elemento maravilloso. Estas dos tentativas fueron extrañas una a otra, y lejos de ayudarse recíprocamente, se opusieron; pero el triunfo del cristianismo no es explicable sino después de haber comprendido cuánta fuerza e insuficiencia existe en la tentativa filosófica. Bajo este punto de vista es Marco Aurelio el sujeto sobre el cual es necesario insistir sin cesar. reúne todo lo que el mundo antiguo tuvo de bueno, y ofrece a la crítica la ventaja de presentarse a ella sin tapujos, gracias a un escrito íntimo de una sinceridad y autenticidad incontestadas. Yo pienso más que nunca que el periodo de los orígenes, la embriogenia del cristianismo, puede expresarse así, terminado hacia la muerte de Marco Aurelio, acaecida en el año 180. En esta fecha, el niño tiene ya todos sus órganos; se ha desprendido de la madre y vivirá en adelante de su vida propia. La muerte de Marco Aurelio puede, por lo tanto, ser considerada como señalando el fin de la civilización antigua. Todo cuanto se haga después de aquella no será en virtud del principio helénico-romano; lo informa el principio judeo-siriaco, y, aun cuando después de esa fecha deba todavía ocultarse antes de su completo triunfo, bien se ve ya que el porvenir es suyo. El siglo III es la agonía de un mundo que en el siglo II estaba lleno todavía de vida y de fuerza. Lejos de mí la idea de menospreciar los tiempos que siguen a la época en que yo he debido hacer alto. Existen en la historia días tristes, pero no los hay estériles y desprovistos de interés. El desenvolvimiento del cristianismo ofrece un espectáculo altamente interesante mientras que las Iglesias cristianas cuentan con hombres de la talla de San lreneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano, Orígenes. El trabajo de organización que se opera en Roma.