VÍCTOR HUGO
La fama de Nuestra Señora de París es un hecho universal y consagrado en el mundo de las letras. No hay manera de pensar en la ciudad de París sin evocar a Notre Dame, y, al pensar en la catedral, es ya difícil separarla de las melodramáticas criaturas de Hugo: Quasimodo y Esmeralda, el jorobado y la gitana, la antítesis más representativa del romanticismo. El valor de este libro radica en ser una gran obra de arte y en que conserva, a través del tiempo, la capacidad transitiva de la emoción con que fue escrita, emoción vigente que se debe una gran maestría narrativa. Se trata de una de las novelas más representativas de la literatura romántica y uno de sus monumentos más claramente definidos y acabados. Está concebida y escrita en un gran arranque que imaginación, de fuerza creadora que sólo un artista con el genio épico de Víctor Hugo podía hacer efectiva.