JENNIE ALLEN
En algún momento de mi vida, me convencí de que ciertas emociones no eran buenas y de que no debía sentirme enojada, triste o frustrada. En el fondo, esas sensaciones seguían allí como respuesta a un mundo cada vez más brutal.
Ya sea que acumulaste tantas emociones que podrías explotar o que te disociaste tanto de ellas que no sabes lo que sientes, te entiendo. He pasado por ambas etapas. En los últimos años, sin embargo, he estado aprendiendoa escuchar lo que las emociones tratan de decirme y descubrí una verdad que cambió todo para mí: los sentimientos no están para ser arreglados, sino para ser sentidos. Tienen la misión de conectarnos con nosotros mismos, con los demás y con Dios de una manera mucho más profunda de lo que podemos imaginar.