SALA RENZO
Deseamos que este canto universal, este himno poderoso y pleno de dulzura, se convierta en profecía de una humanidad nueva, una humanidad de redimidos que en el canto de alabanza se reconocen hermanos". Juan Pablo II se expresó de esta manera al participar en la ceremonia del Akáthistos, el cual fue parte de la liturgia bizantina de los Maitines del 25 de marzo de 1988, fiesta de la Anunciación, en la basílica de Santa María sobre Minerva en Roma. El Akáthistos, "himno poderoso y pleno de dulzura" es una alabanza de extravagante belleza poética y profunda espiritualidad que celebra el misterio de la Virgen Madre en el misterio de Cristo y de la Iglesia, así como el nacimiento de la Encarnación y la Natividad de la luz de la Pascua del Redentor y los redimidos.