ARCE GARGOLLO, PABLO
La vida de Vasco de Quiroga tuvo muchas manifestaciones de una sincera preocupación por el otro, sea una comunidad, un pueblo, un colaborador e incluso un adversario. Las diversas tareas y responsabilidades desarrolladas en su dilatada actuación tuvieron en común una unidad de vida que supo mantener por un trato asiduo con Dios en medio de sus ocupaciones ordinarias. No hay nunca sobresaltos ni desfiguros en sus acciones. Hay siempre una línea recta que une su trabajo, su descanso, su estudio, el ejercicio de su profesión y la preocupación por las personas sobre las que debió regir, gobernar o decidir.Esta biografía de Vasco de Quiroga parte de la idea de que no puede entenderse del todo la importancia y la dimensión de este hombre ejemplar y jurista visionario, si se le despoja de su mentalidad secular, de algún modo contrastante a la concepción de vida de los religiosos. Su vida y obra puede quedar desfigurado, lo que acontece con alguna frecuencia, si no se valora toda su actuación como una consecuencia de la concepción que tiene del hombre y el trabajo fruto de su humanismo y de su pasión por el derecho.Se está ante un hombre que sobresale por su mentalidad laical en el ejercicio de su profesión en su papel de abogado, juez, oidor e incluso como obispo. Ese modo laical de actuar le lleva a no servirse nunca de la Iglesia y a exigir ante cualquiera, sea Papa o Rey, lo que corresponde a derecho.Esta biografía pretende ser de utilidad para cuantos desean conocer más de este humanista que sobresale por ser un precursor del derecho subjetivo del individuo. Su concepto del hombre y su vida en sociedad, con todo lo que implica, constituyeron en su tiempo una novedad que dio muchos frutos. Esos conceptos que llevó a la práctica de manera magistral ofrecen hoy todavía soluciones a los desafíos sociales de nuestro tiempo.