MOLIERE
Quienes saben, ahora, que Moliére murió haciendo esta obra (pero él no sabía, al escribirla, que eso iba a ocurrirle) le han cambiado su sentido cómico y han probado a representarla como tragedia, y la obra lo ha soportado; también en otras piezas del mismo autor los grandes astros de la Comedia Francesa y de otras buenas compañías, con éxito variable, han intentado personales interpretaciones de ciertos personajes, y las obras lo han resistido. Se ha representado a Moliére con trajes distintos de los correspondientes a las épocas en que situó sus comedias, que son su propio tiempo, el Gran Siglo, y la Grecia de los dioses; con trajes modernos, con vestidos de trabajo, con ropa de etiqueta, con fantasías carnavalescas, con decorados abstractos, sin decorados, y todo lo ha tolerado y digerido. Son algunas de esas comedias inatacables fortalezas, edificios eternos del teatro y de la lengua, cumbres no igualadas del género cómico. La temporada de estreno de esas obras, cuyas fechas de iniciación hemos aquí recordado, no termina todavía; siguen en cartel muchas de ellas, casi todas, más de tres siglos después de que fueron escritas y por primera vez representadas; y cuando en el todavía existente teatro del Palais Royal se han bajado las luces, y hemos escuchado los golpes del bastón que anuncia que la función comienza, por un momento hemos creído que le íbamos a ver aparecer a él