RIVAS, DUQUE DE
Cuando Menéndez Pelayo observó que en el Romanticismo español hay dos bandos bien definidos: el Romanticismo histórico-nacional con mucha verdad española de todos los tiempos, con no poco realismo popular, que encabeza Ángel de Saavedra, duque de Rivas, y el Romanticismo byroniano-subjetivo, aristocrático, que otros llaman filosófico, que representa Espronceda, en verdad estaba ratificando las dos vertientes de penetración que en España inauguró el Renacimiento y que nutrieron los dos fenómenos culturales típicos de Andalucía y Levante que encarnaron entonces el divino Herrera y fray Luis de León, respectivamente.Por vía andaluza el Romanticismo irradia a la meseta de Castilla. Por la levantina, la zona de influencia se extiende de Cataluña hacia sus derivaciones lógicas: Valencia y Raleares. Movimiento literario paneuropeo, el Romanticismo tomó oficialmente puesto en el campo español y pudo combatir con armas propias y cobrar auge precisamente cuando regresan aquellos emigrados liberales, en la tercera década del siglo XIX.El moro expósito, del duque de Rivas, recuérdese, apareció en 1832, y su importancia como narración épica basada en la leyenda de los Infantes de Lara queda subrayada en el prólogo de Antonio Alcalá Galiano, que viene a ser realmente el manifiesto revolucionario de la nueva escuela y su afiliación al bando de Walter Scott o sea al Romanticismo histórico-nacional-popular.