ANDREA LONGARELA
Rain y Jack se odian.
Rain y Jack pertenecen a planetas distintos.
Rain y Jack no pueden tener menos cosas en común.
Y, sin embargo, no dejan de cruzarse.
Una y otra vez.
Primero en el instituto, luego en un concierto e, inesperadamente, también unos años después, cuando ya creían que no volverían a encontrarse. Incluso se ven obligados a compartir una noche en una casa perdida en mitad del bosque.
Rain piensa que las casualidades no existen.
Jack, que las causalidades no lo explican todo.
Los dos quieren tener la razón. Y los dos saben que se equivocan.
Y ambos intuyen que, sea como sea, cuando se trata de amor no hay teoría científica que haga entender el mecanismo de un corazón cuando otro lo sacude.