WILDE, OSCAR
En un momento de vanidad, Dorian Gray desea con toda su alma no envejecer.
¿Y si su retrato, reflejo de su belleza y juventud, sufriera los estragos del tiempo, mientras él conserva intacta su lozanía?
Pero se debe tener cuidado con lo que se desea, pues la pintura comienza a cambiar inexplicablemente al tiempo que el vanidoso joven se enfila a una continua degradación.