JOHANSSON, PATRICK
La civilización azteca puede sin duda ser comparada con las más grandes civilizaciones del mundo. Una prueba fehaciente de ello son los templos, las esculturas en piedra arenisca, la cerámica, los objetos labrados en oro y plata, o tallados en piedras preciosas, así como los libros pictográficos que sobrevivieron a la erosión del tiempo o a la destrucción sistemática del clero español.Otra muestra inconfundible de la grandeza de esta civilización son las gemas literarias que llegaron hasta nosotros, gracias, esencialmente, a una estrategia de evangelización que buscaba conocer al otro para facilitar su conversión. Los frailes, después de haber destruido numerosos testimonios de esta grandeza, transcribieron al alfabeto muchos textos orales y lecturas de códices, lo que los salvó del olvido. Contamos hoy con un acervo considerable de textos indígenas prehispánicos: una infinidad de relatos, mitos, leyendas en la lengua de los aztecas. Asimismo, la descripción de las celebraciones religiosas, en el idioma nativo y en castellano, contenida en crónicas que se conservaron, permite hacernos una idea de la suma teatralidad ritual, ritual en la que la cultura náhuatl estaba inmersa.