ARANA, FEDERICO
Decir que nuestra lengua es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de académicos puede parecer broma o simple ganas de parafrasear el ingenio ajeno, pero las ediciones recientes del Diccionario de la Real Academia Española muestran síntomas muy alarmantes. Álex Grijelmo señaló, por ejemplo, que en la penúltima edicion del diccionario citado no aparecía la palabra sobreventa- de uso extendido en países como España y México-, mientras que el término overbooking escandalizaba a más de uno por haberse admitido en inglés puro y duro, sin siquiera considerar la posibilidad de castellanizarlo para convertirlo en overbuquin o, mejor aún, desecharlo por elemento abominable. Deben haberse sonrojado los señores académicos porque, al poco tiempo, nos enteramos de que, en la XXIII edición del DRAE ya no se ignora a los millones que decimos sobreventa ni a los cursis empeñados en lucirse con el adefesio overbooking. AY es que, por lo visto, los señores académicos son volubles y caprichosos -mi abuela les llamaría kilikolos -, porque lo mismo admiten backstage, coach, hacker, o chaise longue que bluyín -blue jean- y órsay offside-. Por si fuera poco, fijan y dan esplendor a palabrejas como socializar por convivir o evento por suceso.
Ahora estamos impacientes por saber si en la próxima edición incluyen aplicar por solicitar y casual por informal.