SALGARI GRADARA, EMILIO CARLO GIUSEPPE MARÍA
Tratando de cumplir ese propósito, comenzará esta serie de novelas del Far-West con La soberana del campo de oro y su continuación El rey de los cangrejos. Habla Salgari en la primera de una extraña subasta que, según él, era costumbre establecida en los Estados Unidos. Dicha puja es, a la vez, el punto de arranque de la novela y, sus resultados, el nudo de la trama. El ganador de la subasta -precisamente el Rey de los Cangrejos un robusto africano forrado de chino, y muy rico, es uno de los villanos, en tanto que el héroe es el perdedor, Harris, enamorado sincero de la heroína. Esta se llama Annia, la Soberana del Campo de Oro; es propietaria de una mina riquísima y su padre ha sido hecho prisionero por el otro villano, Will Rock. La mina se encuentra en Arizona, territorio plagado de indios navajos. Hacia allá, con el plan de rescatar al anciano y de recuperar la mina de la que se ha apoderado Rock, y en la que tiene encerrado al padre de Annia, se dirigen ésta y, Harris, acompañados por Hary Blunt, un escritor que con su gracejo y sus tretas aumenta la diversión del que lee. Como aliado del Rey, aparece un mexicano, vaquero de profesión y salteador de cuando en cuando. Se llama José Mirim, usa una manga de terciopelo con gruesa botonadura de plata. Por éste, y otro pasaje donde describe el indumento propio -según él- de los vaqueros mexicanos, se infiere que Salgari debió contemplar en alguna publicación de su tiempo la figura de un charro, vestido a la usanza de los acaudalados señores del siglo XIX y se la adjudico sin más a todos los rancheros mexicanos. Mirim actúa como auxiliar del villano, mas no resulta repelente del todo. Hay entre nosotros, los mexicanos, individuos así, no podemos negarlo. En justa contraparte, en otra novela del mismo grupo de Aventuras de la pradera, aparecen mexicanos muy distintos: Uno tiene encomendado el papel de héroe y el otro se distingue por su honradez y valentía. Los peligros más graves que al principio vencen los protagonistas de La soberana. ..son un asalto al tren en que viajan y una estampida de bisontes. De pronto se presenta en escena nada menos que Buffalo Bill, quien por supuesto se hace amigo de Harris y de Annia; pronto se va y regresa sólo al final de la novela para auxiliarlos en su primera escaramuza contra los indios. En El Rey de los cangrejos, segunda parte de la obra, y en la cercanía del Gran Cañ6n de Colorado, se intensifican las aventuras y pululan los Pieles Rojas. Es oportuno recordar que, para Emilio Salgari, el color de la piel nada tiene que ver con la valía de la persona. Podría objetarse que en todas las aventuras de la pradera los indios son siempre (malos) y los blancos los (buenos), como en cualquier western fabricado en los Estados Unidos; salgan, sin embargo, pone buen cuidado en hacer notar que 10 indios no hacen otra cosa que tomar revancha por las invasiones y despojos de los que los colonizadores los hacen objeto; y es sabido que, para el escritor veronés, en términos generales venganza es sinónimo de Justicia.