SALGARI GRADARA, EMILIO CARLO GIUSEPPE MARÍA
Una joven adelantaba hacia proa, agarrándose a las amuras y a las cuerdas para no ser arrastrada por las enormes masas de agua que con mil mugidos inundaban la tolda. Podría tener dieciséis o diecisiete años; era una graciosa muchacha, alta esbelta, con abundante cabellera de un rubio dorado, ojos azules, grandes, profundos, tez blanca rosada no curtida aún por las brisas marinas y los rayos del sol ecuatorial. En sus ojos, en la expresión de su rostro, en sus labios finos y bermejos, se adivinaba que aquella joven, no obstante, su aparente delicadeza y debilidad, era de una tenacidad y una audacia que están muy lejos de poseer las jóvenes de su edad, y sobre todo las europeas.