FLOYD, DAVID
Esta historia comienza en las selvas amazónicas, hogar de una planta que produce un compuesto alcaloide poderoso por naturaleza. El chile se ha difundido con tanta diligencia que ahora lo podemos encontrar en todos los continentes y, aunque era prácticamente desconocido fuera de Sudamérica antes del año 1492, hoy es común en varias partes del planeta. En el subcontinente indio y en el Lejano Oriente lo ven como algo indispensable para la vida diaria. De hecho, en esos lugares lo han aceptado tan bien que mucha gente da por sentado que es nativo de dicha región. Aunque en un principio las aves propagaron las semillas del chile, fueron los humanos quienes se encargaron principalmente de transportarlo, mejorarlo y dispersarlo a su paso por el mundo. Aquellos que entran en contacto con el chile reportan síntomas incontrolables que incluyen sudoración, tos y secreción nasal; sin embargo, por extraño que parezca, todos estos culminan en un sentimiento de bienestar general. Así, sus víctimas pronto vuelven a sentir ganas de participar en el deleite que ofrece, aunque se dan cuenta de que siempre se necesita incrementar la cantidad para recuperar la sensación original y satisfacer su antojo.